domingo, 4 de julio de 2010

Una buena experiencia gastronomica

Aunque pilla un poco lejos, varias personas me habían recomendado que fuera a comer a un restaurante de Calahorra que se llama La Rana del moral. Ya había estado otras veces en otros restaurantes de Calahorra, como por ejemplo la Taberna de la cuarta esquina, o incluso el Chef Nino, pero siempre es interesante probar propuestas gastronómicas diferentes.
Este restaurante está situado en las proximidades de la plaza de toros, con lo cual es facil aparcar en el parking que está situado en las cercanias de la plaza.
El local, tanto externamente como internamente, esta decorado normalmente, pero no es uno de esos restaurantes que te quedes impactado por la calidad de la ambientación y de la arquitectura.
La propuesta gastronómica que tienen es un menu con un precio pactado de 27 euros+iva (al menos, eso es lo que nos cobraron por persona entre semana), con unos 10 primeros y 10 segundos, incluyendo postre y una selección de vinos.
A parte había algún plato adicional que tenía sobrecoste (por ejemplo, chuletón, etc.)
Los platos eran una mezcla de la comida de la zona (en los primeros, había platos del estilo de pimientos de cristal, alcachofas, ensaladas variadas, etc), junto con platos de temporada (tenían pulpo, etc). Las ensaladas estaban muy elaboradas (del estilo de con un poco de nueces, queso frito rebozado, etc), y de un sabor estupendo.
Los segundos, había una adecuada selección de carnes y pescados. Yo probé un balacao con pimientos que estaba delicioso, con una textura estupenda y un sabor en su punto.
Los postres también estaban a la altura (probe un bizcocho de chocolate muy adecuado).
El vino que había con el menú me gustó bastante, había para escoger entre blanco, rosado, tinto y cava. Por supuesto, también tienen una variada carta de vinos pero ya fuera de este menu pactado.
En resumen, al menos en mi opinión, por un precio razonable, una comida estupenda, tanto en sus ingredientes como en su elaboración.
Como único pero, las sillas del restaurante eran las tipicas sillas de madera "rusticas", que con un poco de sobremesa se terminan haciendo un poco incomodas.